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miércoles, 11 de julio de 2012

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LA SALUD DEL NOBEL COLOMBIANO

Gabriel García Márquez 

no volverá 

escribir

Por Darío Gallo   06/07/12 - 11:58
Gabriel García Márquez ya no volverá a escribir. Lo ha confirmado su hermano menor, Jaime, desde Cartagena de Indias. La demencia senil que sufre el escritor que ganó el Nobel parece avanzar sin pausa. El menor de los García Márquez, según cuenta el diario El País, habla todos los días con Gabo para refrescarle recuerdos y vivencias familiares, en un dramático esfuerzo por mantener de las solapas en la realidad al mayor escritor de Colombia.
La primera noticia sobre su estado de salud la dio su amigo y también escritor Plinio Apuleyo Mendoza, quien reveló que Gabo a veces lo desconocía y le costaba ubicarse cuando las conversaciones eran telefónicas. Es más, Carmen, su mujer, evita pasarle las llamadas para que no quede naufragando en medio de la charla con algún amigo.
Catorce años atrás, Gabriel García Márquez ya estaba preocupado porque habían comenzado a huirle rostros y nombres de la memoria. Lo contaba divertido en una cena luego de un taller de narración periodística en Barranquilla. Pese al contratiempo hablaba con todo el mundo, opinaba sobre Cuba o el Papa y preparaba su biografía. Pero a partir de 2007, luego de un viaje a su Aracataca natal, García Márquez no volvió a aparecer ni a hablar como antes. Padeció un cáncer linfático, del que se curó. Y aunque parezca exagerado, el escritor lo hubiese tomado como un mal menor frente a la pérdida de la memoria, la que siempre fue un tema clave en él. Casi una obsesión.
Como el pasado desvela a todos en esa familia, a Gabo se le ocurrió un ejercicio familiar que todos alimentaban. Por los años 80, el escritor creó “rincón guapo”. Cuando cada año se reunían para las fiestas traían una historia familiar y cada uno aportaba su recuerdo. Así lograron reconstruir escenas que, en una familia que no fuera esa, se perderían para siempre.
Ahora que el escritor no se mueve de su casa en México, el “rincón guapo” lo hace casi a diario con su hermano que vive en Cartagena de Indias, quien le recuerda vivencias y le recrea la historia familiar al que supo escribirla como nadie. “Hablo casi a diario con él –dice Jaime, trece años menor–. A veces lloro. Pero siento una felicidad dolorosa, porque tengo el privilegio de hablar con él.”
La madre de García Márquez, a la que llamaban “niña Luisa”, cuando pasó los 90 años también comenzó a olvidar rostros y nombres, cuentos y fechas. Sus hijas y nietas también crearon un ejercicio para detener en parte el proceso de desgaste en la memoria de la anciana. En un cuaderno espiralado recopilaron dichos populares que la madre de Gabo usó desde siempre. Y cada tarde jugaban con esas adivinanzas. “A ver, niña Luisa, camarón que se duerme...”, “...se lo lleva la corriente”, contestaba la anciana. “El que nace para policía...”, “...el bastoncillo le baja del cielo”.
Jaime García Márquez asegura que su hermano ya no volverá a escribir.
Y aunque lo echa de menos como lector, llora de emoción de poder contar aún con él. “Gabo siempre fue un genio”, dice Jaime. Lo dice con dolor, convertido en lazarillo de los recuerdos del Nobel colombiano, el que fuera el gran contador de cuentos de la familia.

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